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domingo, 17 de agosto de 2008

Estamos donde queríamos

Visto lo visto e intentando profundizar sobre el comportamiento de la Selección durante la primera fase - cuando estoy escribiendo esta reflexión en voz alta falta jugar contra Angola - considero que los resultados nos han llevado donde queríamos. Que incluso la derrota ante Estados Unidos, por muy abultada y dolorosa que fuese, hay que aceptarla con cierto optimismo porque a esa superselección NBA creo que sólo se le puede ganar en un mismo campeonato, como máximo, una vez y por lo tanto, puestos a ganarla, mejor en la final. Se ha ganado a Grecia, China y Alemania, tres rivales nada cómodos, con cierta irregularidad en el juego pero con capacidad ganadora.

Leo diferentes análisis sobre el nivel de juego de nuestro equipo y en la mayoría hay una coincidencia respecto a que andamos lejos de nuestro techo. Sí, coincido en que el grupo de Aíto llega a la cita de cuartos con un importante margen de mejora y eso tiene dos lecturas. Una, positiva, que recuerda que los equipos deben ir creciendo durante los campeonatos para alcanzar su máximo nivel cuando llegan los partidos decisivos. Otra, más escéptica, en que la irregularidad en el juego puede producir peligrosas dudas en algunos jugadores cuando estén compitiendo por lo máximo.

He seguido, de cerca y en la distancia, muchos campeonatos en los que los nuestros llegaban a la cita decisiva de cuartos tras brillantes fases previas y por mil motivos diferentes quedaban apeados de las citas por las medallas. Otros, donde tras entrar casi de rebote firmaban el partido del siglo y se metían en semifinales. Yo creo que el partido de cuartos es más complejo incluso que una final. Es El Partido y los biorritmos de los jugadores son imprevisibles en ese día clave.

Las razonables dudas generadas en el entorno e imagino que dentro de la Selección tras esa primera fase buena en resultados pero irregular en juego, de “sí pero no”, deben ser una herramienta fundamental para ajustar el juego y la mentalidad del equipo en el partido decisivo. He conocido pocos entrenadores que gestionen tan bien las derrotas como Aíto. Por otra parte nada mejor que una derrota para tomar conciencia de los aspectos a mejorar.

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