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jueves, 22 de julio de 2010

Curso Superior y Master

"Donosti es una de las ciudades más bellas y Euskadi te impresiona con la fuerza de su paisaje. La cuota del agua es precisamente la que la convierte en incomparable"

Donosti, julio, tiempo nublado, muchas veces lluvioso. Para ser tan bello el País Vasco la cuota es el agua. Compensa. Nuevamente el baloncesto como elemento aglutinador de casi doscientos entrenadores entre alumnos del Curso, del Master, de la propia organización, de los profesores. Nuevamente el deporte como foco común para compartir, para debatir, para disfrutar de dos semanas de intenso proceso de aprendizaje a través de la transmisión de experiencias.

Es mi tercer Curso Superior – uno como alumno, dos dentro de la organización - y mi segundo Master y confirmo el hecho de que la inquietud e ilusión que provoca el baloncesto entre los aspirantes a entrenador superior y en el Master aquellos que ya lo son es suficientemente fuerte como seguir apostando sin reservas en todo aquello relacionado con tareas docentes. Porque seguramente muchos de alumnos que pasan por Donosti serán responsables del despertar o crecimiento deportivo de muchos jóvenes, de la progresión de tantos jugadores ahora desconocidos y quién sabe qué en el futuro.

Hacer es el Curso Superior es una experiencia que se guarda para siempre en uno de los rincones privilegiados de la memoria porque en pocos días la suma de sensaciones es brutal. Porque el Curso es duro desde todos los aspectos de esfuerzo personal, familiar, económico, mental, físico. Una carga importante que tiene como resultado final el vivir una experiencia única, con una gente que de pronto se convierte en tus amigos, en tu familia y con un paisaje baloncestístico fuerte e intenso que te hace sentirlo mucho más profundo.

Donosti es una de las ciudades más bellas y Euskadi te impresiona con la fuerza de su paisaje. La cuota del agua es precisamente la que la convierte en incomparable.

martes, 13 de julio de 2010

Los dos partidos

Santiago Álvarez Mon, profesor de IESE, en su conferencia en el Congreso Adecco celebrado recientemente en Madrid, habló de los “dos partidos” que los seres humanos jugamos en la vida. Uno, ante la capacidad de los adversarios, ante los factores externos, ante variables no siempre controlables en el ámbito profesional. Otro, el que jugamos dentro de nosotros mismos, el que sí depende de nuestro esfuerzo, de nuestra preparación, de nuestra responsabilidad para ser mejores. El entorno podrá valorar o no nuestro trabajo, podrán superarnos las circunstancias externas, podremos perder el partido que disputamos ante la vida pero hemos de intentar no perder jamás el que jugamos dentro de nosotros, el que sólo depende de nosotros.

Me centro en el deporte y compruebo como además de ganar muchas veces el partido exterior nuestros referentes en distintas especialidades suelen ganar siempre el interno. No traicionan el estilo propio, no fallan a sus compañeros y entrenadores en cuanto a esfuerzo, respeto, en cuanto a buena educación deportiva. Oía el otro día hablar al seleccionador de fútbol de la importancia de haber convivido cincuenta días de concentración sin ningún incidente, de la calidad humana de sus jugadores. Oía al profesor Álvarez hablar sobre la preparación mental y física de Rafa Nadal antes de afrontar las dificultades a las que le someterá el adversario. El baloncesto, en los últimos años, tiene bastantes referentes que ratifican la importancia de sumar valores humanos a los ya intrínsicos deportivos. Esos valores humanos es posible que no garanticen la victoria pero la ausencia de ellos sí garantiza el fracaso.

Y con todos esos ejemplos que asoman continuamente por nuestros principales escaparates no hay excusa para no entender la importancia de la formación adecuada de nuestros deportistas en sus años clave, es decir, cuando empiezan. Formemos buenas personas, fomentemos los valores y a partir de ahí y en paralelo formemos buenos deportistas. Me alegra mucho ver que quien triunfa en los últimos años responde a un perfil como Del Bosque, como Guardiola, como Nadal, como Gasol, como Casillas, como Iniesta… grandes en su especialidad y grandes en su calidad humana, en sus principios. Ellos aseguran la victoria en su partido interno y seguramente eso les da la fuerza añadida necesaria para superar cualquier obstáculo externo.

domingo, 4 de julio de 2010

Entrenadores que regalan baloncesto


Creo que los jugadores y entrenadores referentes así como los clubes importantes y las instituciones representativas de la élite deben adoptar la sana costumbre de regalar baloncesto

Hablo con Middleton, 44 años y en activo a máximo nivel, y me recuerda la importancia de entrenarse en verano. De aprovechar la calma estival para mejorar aspectos físicos o técnicos, o de conocimiento del juego y mientras lo escucho me acuerdo de entrenadores que en verano regalan baloncesto a aquellos jugadores interesados en mejorar. Desde hace un par años organizo conjuntamente con mi club el Campus Elitebaix y “abuso” de la buena relación que me une con algunos entrenadores para provocar que inviertan unas horas junto a una veintena de chavales con ganas de mejorar. El año pasado fueron Pedro Martínez, Chema Solsona, Mateo Rubio y Jordi Balaguer – estos dos últimos han repetido este año – y en la actual edición han venido a Castelldefels Jaume Ponsarnau y Borja Comenge. Los jugadores han agradecido muchísimo los consejos, los entrenamientos de estos técnicos y varios entrenadores del club se han beneficiado de sus conocimientos viéndolos dirigir la sesión. En Can Vinader, pabellón del CB Castelldefels, se ha vuelto a crear esa sensación de transmisión de experiencias, de generosidad tanto en el que regala como en el que recibe. Porque los jugadores se han entregado pero es que los entrenadores también creándose una relación fabulosa entre unos y otros y saliendo, como máximo beneficiario, el baloncesto.

Me consta que en muchos lugares se organizan iniciativas privadas de este tipo. Que son bastantes las personas o los clubes que, como nosotros, arrastran a entrenadores de nivel a dirigir sesiones de jugadores de un nivel más discreto quizás pero de una vocación tan alta como el que más. Y quiero felicitar, más que agradecer, a estos entrenadores por su inteligencia, por su calidad profesional y humana, por su humildad, por su generosidad. Sí felicitar más que agradecer porque esas virtudes son un privilegio para ellos y en consecuencia para el baloncesto.

Creo que los jugadores y entrenadores referentes así como los clubes importantes y las instituciones representativas de la élite deben adoptar la sana costumbre de regalar baloncesto. Sí, sí, hablo de regalar, de dar todo, como he visto a hacer a los entrenadores antes mencionados – Ponsarnau y Comenge hicieron casi doscientos quilómetros para realizar un entrenamiento – a cambio de nada… bueno, de nada no, a cambio de la expresión de satisfacción de unos cuantos chavales con ganas de mejorar. El baloncesto siempre se ha caracterizado por la generosidad y, como siempre me recuerda Pedro Martínez, los entrenadores no se guardan nada y les gusta compartir conocimientos. Que siga siendo así y que los que consiguen el premio de llegar arriba sean todavía más generosos y transmitan ese ejemplo transmitiendo sus experiencias. Gracias a los mencionados y a todos los que este verano y durante toda la temporada actúan de manera similar. La transmisión de experiencias y fusión entre el baloncesto conocido junto al “invisible” beneficia enormemente a nuestro deporte.

jueves, 1 de julio de 2010

La fiebre del Oro


Lista de espera para entrar en la Adecco Oro, una competición reconocida como una de las mejores de Europa y que ha demostrado reunir los alicientes necesarios y posibilidades asumibles de la mayoría de los clubes profesionales.

Muchos son los que quieren ingresar la próxima temporada en una Adecco Oro que cada campaña se supera, tanto en nivel de juego, en expectación y, sobretodo, en emoción. La Adecco Oro permite jugar para ganar, ilusionar a unas aficiones que esta temporada han llenado pabellones, han conseguido disfrutar del sueño de sentirse campeón, de vivir la intensidad del baloncesto de máximo nivel en su ciudad.

La fusión de dos clubes canarios como son Ciudad de La Laguna y Tenerife deja una vacante en esta liga de dieciocho equipos y para ocuparla se multiplican solicitudes procedentes de diferentes puntos de las geografía española en la clara muestra de que, pese a las dificultades económicas por las que puede atravesar el deporte, por los diferentes recortes presupuestarios de instituciones y empresas privadas, la Adecco Oro sigue siendo considerada como una competición que engloba el binomio solvencia e ilusión. Proyectos la mayoría sólidos que permiten cuadrar presupuestos y afrontar nuevos con garantías. Proyectos además ilusionantes que permiten disfrutar de un baloncesto cada año de más nivel y por lo tanto muy cercano ya al que se vive un poco más arriba.

Record de aficionados en los Playoff

Mas allá del record europeo de aficionados que lo ostenta el CAI de Zaragoza con presencia de una media de más de ocho mil espectadores en sus partidos en el Príncipe Felipe, la Adecco Oro ha ofrecido unas cifras espectaculares de asistencia en las diferentes series. Desde IB3, que retransmitió los cinco partidos de la serie final entre ViveMenorca y Ford Burgos han mostrado su satisfacción por unas audiencias que llegaron a ser del 13%. Llenos históricos en pabellones como el propio de Menorca, en Burgos, en Cáceres, en La Laguna, en Melilla con ambiente de implicación de las ciudades, grandes beneficiarias de la ilusión del baloncesto de alto nivel y a la vez los proyectos basados en la sensatez.

Y como consecuencia y como no puede ser de otra manera, valoración claramente positiva de lo que ha sido la temporada, de lo que puede seguir significando esta competición para el futuro, del espacio fundamental que crea para clubes que ven asumible tener baloncesto de alto nivel sin quedar endeudados de por vida. Una Adecco Oro que crece fuerte, consistente, estable y en la que muchos se sienten afortunados de estar.