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domingo, 10 de octubre de 2010

Navarro, Pau Gasol y la esencia del juego

La noche en que el Barcelona derrotó a los Lakers ante los ojos del mundo significó para nuestro baloncesto el triunfo más grande de su esencia, de los principios en los que ha basado los éxitos internacionales de los últimos años.


Hace ya unos cuantos años hubo quien proclamó a los cuatro vientos la necesidad de fomentar la creatividad, el talento, el descaro del jugador por encima de los corsés tácticos. Hubo quien desde diferentes áreas de influencia apostó claramente por el baloncesto de actor por encima del de autor. Quien entendió que lo más importante del juego lo aportan los jugadores, protagonistas principales de éste y todos los deportes, sean individuales o colectivos.

Jugadores talentosos, descarados, valientes, técnicamente preparados, son los que nos han proporcionado mayores satisfacciones al deporte. Jugadores formados adecuadamente, dotados de un instinto especial e impulsados por sus entrenadores a desarrollar su ingenio en la pista. Navarro y Pau son dos ejemplos, curiosamente dos amigos desde la infancia, curiosamente dos jugadores que desde muy jóvenes destacaron mucho más por su inteligencia y calidad que por su músculo. Cada uno en un estilo, cada uno de una manera diferente pero ambos explotando sus virtudes, su esencia.

Y ese desarrollo personal les ha llevado a convertirse en los dos mejores jugadores españoles del momento. Esa fidelidad a una manera de entender el baloncesto basada en la lectura del juego, en la mirada, en la técnica como principal argumento para luego, evidentemente, dotar a ese juego de las necesarias dosis de velocidad y calidad física. Dos ejemplos que deben ser utilizados como referentes para las nuevas generaciones de jugadores y ¡sobretodo! de entrenadores.

Porque si alguien hubiese pensado que ni uno ni otro podrían haber llegado a la élite por enclenques – lo eran – el baloncesto se hubiese quedado sin dos superstrellas. Porque si algún obseso del músculo hubiese querido transformar sus cuerpos el resultado siempre hubiese sido inferior. La lección que el baloncesto nos enseña con Navarro y Pau Gasol es que a partir del talento hay que trabajar para que el jugador desarrolle su creatividad, su baloncesto. Y que además, ese tipo de jugadores talentosos no dejan jamás de ser ellos mismo para a partir de ahí progresar, crecer deportivamente, adaptarse a las nuevas y constantes dificultades superándolas desde la calidad.

Seamos inteligentes desde la formación y ayudemos a los jugadores a ser ellos orientándoles y educándolos en aquellos aspectos mejorables. Es obvio que la mayoría de “mortales” no son ni serán estrellas pero sí que hay algunos que tienen algo especial que vale la pena fomentar, algo que no siempre está a la vista por lo que vale la pena apostar. Navarro y Pau Gasol representan la esencia del baloncesto y esa esencia les permite meter 25 puntos cada uno en el partido que enfrenta al mejor equipo europeo y al mejor de la NBA. Esa esencia les ha permitido, junto a sus compañeros, colgarse la medalla de oro en un Mundial o protagonizar la mejor final olímpica de la historia además de ganar todos los títulos ganables con sus respectivos equipos. Que ese ejemplo sirva para todos y que desde minibasket los entrenadores fomenten en sus jugadores, además de la imprescindible buena educación deportiva, la calidad, la esencia.

martes, 5 de octubre de 2010

Alma de Campeonas

BRONCE HISTÓRICO EN EL MUNDIAL DE CHEQUIA

Alma de campeonas (Crónica publicada en Gigantes del Basket)

Cruce de cuartos, menos de treinta segundos para el final, seis puntos abajo, balón de Francia… ¿todo perdido? Quizás para la gran mayoría de equipos pero no para un grupo de jugadoras con alma de campeonas. España recuperó el balón, forzó la prórroga y ganó. Fue la gran victoria del baloncesto femenino español que dio paso a otra todavía más trascendente y que permitió colgarse una medalla de bronce que supo a oro. Fue el Mundial de la magia. Maravilloso, inolvidable. Un extraordinario regalo para el deporte español. ¡Felicidades!

Miguel Panadés

La noche del viernes 1 de Octubre de 2010 quedará guardada en la memoria de todos quienes, allí en Chequia o desde España a través de Marca TV, vivimos con emoción un partido extraordinario. Fue la noche de la magia – “el alma nos hizo ganar” afirmaba José Luis Sáez -, de la justicia deportiva con una selección que desde hace mucho más de una década no paró nunca de pelear por estar siempre junto a las grandes del baloncesto internacional, de cosechar medallas en Europeos en todas las categorías, senior y de formación, y que esta vez sí consiguió el éxito a mundialista. Esa noche de viernes jugaban España – Francia, o lo que era lo mismo, un partido que significaba la frontera entre el éxito de estar entre las cuatro mejores del mundo o la decepción de quedarse nuevamente a las puertas. Y fue ÉXITO, sí el éxito de las jugadoras – “es un equipo que me tiene enamorada”, confesaba la ya mítica Betty Cebrián, el de una Federación indiscutiblemente sensible con TODO el baloncesto desde la base hasta la élite. Todos, todas, gente de baloncesto y recién llegados, estuvieron esa noche presionando en defensa, tirándose por los suelos para recuperar el balón. Todas las jugadoras, conocidas o anónimas, fueron Valdemoro, todas estuvieron dando el último paso en la entrada de Amaya que nos llevó a la prórroga. Era es la gran canasta del baloncesto español, de todo el trabajo desde los colegios, desde los clubes, desde el centro de tecnificación Siglo XXI. El gran trabajo de todos y todas las que suman desde el silencio por el bien de un deporte que es protagonista en España por ser el que más licencias femeninas suma. ¡Felicidades!

Sí, sí, hablamos del Mundial y cuando se toca el cielo hay que acordarse siempre no sólo de la tierra sino de más adentro, de las raíces, de los orígenes. Porque en esa selección que hizo historia se unían generaciones que representaban perfectamente toda la trayectoria de los últimos años. Ahí estaba la líder Valdemoro con 34 años, “una jugadora irrepetible”, según palabras de Ángel Palmi, Director Deportivo de la FEB y pieza clave en los éxitos de todas – TODAS – las selecciones – que en sus dieciséis años en el cargo ha vivido la formación, evolución, consolidación de la propia Amaya y de la selección española femenina. “Lo que han hecho estas jugadoras es una demostración de calidad y de carácter, de saber estar dentro y fuera de la pista, de ir por un mismo camino independientemente de la edad, de la generación, de la experiencia. Ha sido un campeonato sobresaliente” afirmó Palmi, orgulloso de no sólo del presente sino de toda una trayectoria repleta de éxitos. Porque junto a Amaya Valdemoro, Ana Montañana o Sancho Little estaba la joven Alba Torrens representando el relevo generacional, el futuro. La factoría no para de producir jugadores en diferentes edades y unas van transmitiendo experiencias a otras y entre todas consiguen crear un bloque potente en calidad, en mentalidad, en físico, en carácter pero, sobretodo, en corazón. Alba fue decisiva en el partido por el bronce asumiendo un protagonismo que ilusiona mirando al futuro.

España firmó un campeonato perfecto porque en las dos primeras fases tan sólo cayeron y al final del partido, frente a la siempre potente Rusia. Esa trayectoria le permitió evitar a las durísimas Australia y Estados Unidos en el cruce decisivo de cuartos. En ese partido tuvo que superar eso sí a la selección de Francia, actual campeona de Europa en el partido épico. Se había conseguido el objetivo soñado y una vez en la “fiesta final” de la lucha por las medallas una primera cita ante la todopoderosa Estados Unidos y la sensación de que la medalla era posible al ver como tanto Rusia como Australia se habían caído del campeonato en la demostración del mérito o dificultad que significa llegar hasta ahí. Paradójicamente, la anfitriona Chequia, que eliminó a Australia en las semis y se coló en la final fue fulminada por España (+20) en la segunda fase en una portentosa demostración de las nuestras.

NO FUE UN MILAGRO

Por mucho que se recurriera al tópico no, no fue un milagro. El triunfo frente a Francia en los cuartos de final fue simple y llanamente una cuestión de baloncesto, de cosas que pasan – pocas pero suficientes - en un deporte donde nada está ganado ni perdido hasta que acaba el partido. Las remontadas “imposibles” a veces se hacen realidad cuando se unen dos factores. Uno, el deseo, el corazón de quien debe protagonizarlas y otro la mentalidad adecuada que primero consigue evitar darse por vencido antes de tiempo y posteriormente otorga la fuerza psicológica para afrontar el reto con el carácter adecuado. España, en ese partido clave que siempre aparece en cada campeonato, abrazó esas virtudes y consiguió la victoria más soñada, esa que le permitía traspasar la frontera de los cruces en un hito histórico que situaba a las jugadoras españolas en lo más alto jamás logrado por la selección en un Mundial. Pese a ir 12 puntos abajo en el último cuarto y entrar en el último medio minuto – ese que pasará a la historia del baloncesto español – seis abajo nuestras jugadoras decidieron “morir” por la victoria. En esos momentos no importó ni tan siquiera que la estrella nacionalizada española Sancho Little, pieza fundamental para darle a España la consistencia necesaria para competir con las mejores, estuviera lesionada en el banquillo. No importaba nada porque el único objetivo era defender a muerte, recuperar balones y encomendarse a la casta de una extraordinaria Amaya Valdemoro para hacer posible la remontada. Y llegó en el último suspiro con esa canasta que todos y todas celebramos como la más importante en la historia del baloncesto femenino español.

SIN DESAGASTE ANTE USA, IMPECABLES ANTE BIELORUSIA
España compitió dignamente en las semifinales ante una selección de Estados Unidos hoy por hoy inalcanzable. El seleccionador optó por reservar fuerzas para la FINAL del día siguiente. Porque era evidente que ante Bielorusia – sorprendente rival que destrozó a Rusia en cuartos – era una final. El bronce era el oro. Era la oportunidad de culminar una etapa extraordinaria de nuestro baloncesto femenino. La gran cita. Y en esa cita salió lo mejor de cada una. Se fusionaron sobre el parquet todas las virtudes de pasado, presente y futuro que ha dado y dará nuestro baloncesto femenino. España disfrutó de la final, gozó minuto a minuto en su viaje hacia el podio, hacia ese lugar que nunca antes había visitado en un Mundial. Y una vez ahí las lágrimas, el orgullo de un grupo de jugadoras que no han dejado de sumar medallas desde las selecciones de formación hasta la absoluta. Sí, fue el gran triunfo del baloncesto femenino, de todos y todas, sin excepción. De Nichols, de Lima, de Lyttle, de Nuria Martínez, de Lucila Pascua, de Laia Palau, de Elisa Aguilar, de Ana Montañana, de Amaya Valdemoro, de Anna Cruz, de Alba Torrens, de Marta Fernández, de las descartadas anteriormente, de José Ignacio Hernández, de Roberto Hernández y Susana García como entrenadores ayudantes, de Domingo Salinas, de Gemma Hernández, de Pilar Delgado, de Yolanda Aranzana, de Nuria Galcerán, de Carlos Sainz, de Naia… sí de todos y de todas y de quienes no aparecerán nunca en la foto pero siempre están ahí, trabajando para el baloncesto. Gracias a todas y a todos.

viernes, 24 de septiembre de 2010

APTOS para entrenar a máximo nivel

Llegaron las notas definitivas y con ellas las diferentes sensaciones de satisfacción o decepción propias del momento. Los alumnos ya han recibido el resultado del Curso de Entrenador Superior y desde aquí recordamos que el verdadero examen de entrenador empieza ahora, en algunos casos ya empezó hace tiempo, y no termina nunca…


Cualquiera que haya pasado por esta experiencia sabe la sensación de satisfacción que representa verse en la lista de APTOS. Es tan duro e intenso el Curso Superior que la “victoria final” sabe todavía mejor. Es como ganar una competición en la que has tenido que pasar por momentos muy complicados, por situaciones desagradables combinadas con alegrías. El deporte suele alternar estados de ánimo y el Curso Superior, en su fase presencial, no escapa a esa amalgama de sensaciones.

En Donosti se vivieron momentos de enfado, de incluso indignación por lo que podía considerarse alguna injusticia pero inmediatamente llegaba la alegría de la mano del baloncesto, del aprendizaje, de la convivencia con compañeros y compañeras que hacían más llevadero el viaje hacia el "título". Como sucede con todos los entrenadores hubo quien llevó mejor que otros la presión e incluso hubo quien durante el “campeonato” pasó del desespero a la ilusión y acabó disfrutando de una experiencia sin duda inolvidable.

Pero de lo que estoy absolutamente convencido porque así lo viví personalmente y así he visto vivirlo en otros cursos es que todos y todas sin excepción tienen hoy un recuerdo intenso y emocionante de los días vividos en Donosti. Todos se sienten beneficiados por algo – en algunos casos más en otros menos – de lo que sucedió durante el Curso Superior. Todos y todas se sienten orgullosos de haber pasado por esa inmersión de baloncesto.

Ahí está la nueva promoción de Entrenadores Superiores lo cual no significa que sean ya buenos entrenadores porque es la experiencia, la suma de vivencias, el aprendizaje continuo el que consigue hacer crecer a los entrenadores. Pero ese título sí da por una parte la posibilidad objetiva de entrenar a máximo nivel y por otro eleva la autoestima de saber que has conseguido superar una dura prueba que además te acompañará en la memoria toda tu vida de entrenador. ¡Felicidades a todos!


http://www.clubdelentrenador.com/

viernes, 17 de septiembre de 2010

La Adecco Oro ya empieza a latir

Cada día dedico un rato para hablar con algunos de los entrenadores implicados en la Adecco Oro y pulso las sensaciones que tienen ante la nueva temporada. Por cierto, vaya lujazo de técnicos que reúne nuevamente la competición con nombres propios como Ricard Casas, Aranzana, Paco García, Luis Guil, Andreu Casadevall, Moncho Fernández, Nacho Lezcano, Jareño, Ángel Navarro… todos los mencionados con experiencia en lo mas alto del baloncesto profesional español y a ellos uniéndose otros tantos conocedores de las categorías FEB como Javi Juárez, Alejandro Martínez, Carlos Frade, Paco Aurioles, Gonzalo García, Rubén Domínguez, Javier de Grado, Raventós o el debutante Berni Álvarez que cambia la pista por el banquillo y se lanza a la aventura de ser entrenador… Es decir, dieciocho entrenadores nacionales que dispondrán del privilegio de poder desarrollar su profesión en una liga que – por opinión unánime – se confirma como una de las mejores de Europa.

Por eso cuando hablo con ellos en estas fechas donde el esfuerzo de esta larguísima pretemporada se compensa con la suma de ilusiones de futuro, percibo de todos ellos la satisfacción y la tranquilidad – por ahora - de estar ahí, de ser uno de los elegidos para formar parte de esa plantilla de entrenadores de elite que cuentan con la Adecco Oro como una competición de máximo nivel donde poder realizarse plenamente al convertir su pasión en profesión. Nadie es ajeno a una coyuntura económica que condiciona todos los aspectos de la sociedad y por supuesto el deporte también pero a pesar de ello la Adecco Oro vuelve a presentar ese aspecto atractivo, apasionante hasta el punto de empezar a movilizar ya aficiones – me cuentan que 3.000 abonados en Santiago - que entienden la experiencia Adecco como la oportunidad de estar en el baloncesto de elite y además hacerlo desde la coherencia, desde las posibilidades reales.

Estamos en la cuenta atrás y en apenas unos días ya estaremos atentos a cada jornada donde como decía Moncho Fernández no habrá sorpresas porque en la Adecco Oro los resultados imprevistos son demasiado habituales como para calificarlos de sorpresa. Estaremos atentos a la apuesta de Huesca y su entrenador Ángel Navarro por un baloncesto ofensivo extraordinario. Atentos a la adaptación de los nuevos equipos a las distancias en triples y al beneficio de los que ya vivieron con esa línea la pasada temporada. Atentos a la capacidad de Luis Guil y su equipo para hacer realidad el sueño murciano o la de Casas y compañía en Girona para seguir disfrutando del baloncesto. Veremos cómo se desenvuelve Berni Álvarez en un banquillo reprimiéndose de salir a tirar triples o la eficacia de Aranzana con un Cáceres diseñado para estar entre los mejores… Muchos focos de atención desde Canarias o Melilla donde Alejando Martínez – en la fusión de Tenerife - , Carlos Frade – desde La Palma - y Gonzalo García – poniendo buena cara al mal tiempo por la sucesión de lesiones - quieren cumplir el objetivo en el que se quedaron a las puertas la pasada temporada hasta Santiago donde el “Obra” de Moncho Fernández tiene la difícil misión de hacer valer los pronósticos. Galicia sí, con Ourense y Lugo ilusionando como siempre de la mano de Paco García y Rubén Domínguez, como Burgos, como Palencia, como León, como Navarra que ingresa por vez primera en Oro al igual que lo hace Alcazar. Veremos como se comporta Lleida en su regreso a la competición y si en Axarquía siguen desafiando con la juventud como aliada. Durante las próximas semanas iremos abordando una la competición desde todos los puntos de vista deportivos, una Adecco Oro que ya late y ya da muestra de esas sensaciones ilusionantes que empiezan a contagiarse entre aficionados, jugadores, entrenadores, directivos, prensa local… ¡Que empiece ya!

lunes, 13 de septiembre de 2010

Pasado, presente y futuro

Tiempo de reflexión, de análisis, de contraste de opiniones. Me consta que la Federación siempre lo hace, siempre lo ha hecho, tras cada campeonato, tanto en el éxito como en la decepción, tanto en lo referente a las selecciones absolutas como en las de formación. Es un sano ejercicio de revisión de actuaciones, de evaluación de rendimientos individuales y colectivos que permiten construir el futuro con una importante base de información desde la que incidir en aspectos positivos y mejorar los negativos.

Pasado impecable que nos ha acostumbrado al triunfo y futuro ilusionante que nos debe mantener mucho tiempo en esa élite internacional cada año más cara. Hay motivos para contemplar el horizonte con el convencimiento de que el ciclo no sólo no ha acabado todavía sino que se va renovando progresivamente consiguiendo incorporar a la Selección jugadores jóvenes con recorrido. Muchas de las estrellas de la generación del 80 tienen capacidad para seguir ilusionando pasados los treinta y así los Pau Gasol, Navarro, Calderón o Felipe dan la sensación de tener todavía grandes años de baloncesto al máximo nivel por delante, al menos un ciclo de cuatro años culminando en el 2014, Mundial en España. Garbajosa y Raül también aunque más castigados por lesiones graves y Mumbrú algo distanciado de la competición más exigente. No es una cuestión de cuántos años tendrán entonces sino de cómo están ahora y de cómo irán estando los próximos veranos. Pero los mencionados, especialmente los cuatro primeros, parecen jugadores que con los años incuso ahora van siendo cada vez un poco mejores. A ellos se van uniendo jugadores de altísimo nivel como Rudy, Ricky, Marc, Vázquez – una de las mejores noticias del Mundial -, Llull, San Emeterio, Claver… estos sí en continua e indiscutible evolución que seguro serán mejores a medida que pasen los años. A todos estos nombres propios existen algunos más de presente y otros jóvenes que van apareciendo desde las categorías de formación.

España tiene, competitivamente con el resto de países, grandes jugadores en varias de las posiciones claves en el baloncesto actual y de siempre como son la de bases, escoltas y pivots. Puede que la posición de ala-pivot, de “Carlos Jiménez” para entendernos, sea la que todavía debe acabar de definirse en la necesidad de hacer una clara apuesta por jugadores de presente y futuro. Carlos Suárez, ahora en el Real Madrid, debe dar el salto de buen a gran jugador, al igual que Claver, un jugador con capacidad atlética y técnica como para convertirse en versátil o incluso otro nombre propio como Pere Tomás de una factoría verdinegra que no deja ni dejará de producir talentos.

Lo que si es un hecho constatable es que la competencia internacional cada vez es más grande y por lo tanto los pequeños detalles se convierten en trascendentales a la hora de luchar por las medallas. Cualquiera de los ocho mejores del Mundial podía haber sido finalista en una tendencia que cada año será más habitual. Las diferencias se reducen hasta el punto de que, con la excepción de Estados Unidos que puede formar dos o tres selecciones de máximo nivel, el resto tiene que medir muchísimo todas sus decisiones. Pero ojo, España sigue teniendo potencialmente un equipo de alto nivel para afrontar la próxima cita con tanta ambición como el que más.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Una Selección de interés nacional

“Todos somos los mejores entrenadores de los equipos que no entrenamos”

Si algo envidia el baloncesto del fútbol es la repercusión mediática. De fútbol se habla antes y después de unos partidos que duran días, a veces incluso semanas. Todo el mundo se siente seleccionador, entrenador de su club y cualquiera que escriba o hable se siente capaz de cuestionar el cómo, el porqué y el cuándo de todas y cada una de las decisiones de los entrenadores. España, seguramente como la mayoría de países, está repleta de potenciales entrenadores de fútbol y esa es la grandeza de un deporte del que “todo el mundo entiende” y que por ello acapara la atención eclipsando al resto.

El baloncesto sólo consigue parecerse al fútbol en este aspecto cuando juega la Selección. Durante la temporada pasan las diferentes competiciones casi de puntillas dentro del escenario mediático nacional destacando puntualmente las actuaciones individuales de nuestros jugadores en la NBA, la anotación de alguna estrella de la ACB o de la Adecco Oro y, si llega algún equipo español a la Final Four, el interés por si la gana. Pero amigos, en verano, todas las miradas se dirigen a la selección de baloncesto que es capaz incluso de eclipsar durante unos días – hablo en términos generales – a Mourinhos y Guardiolas.

Tras la derrota ante Serbia leo la prensa, escucho radios, me tomo un café en el bar y compruebo como de pronto todo el mundo hace de seleccionador y opina sobre las decisiones finales de Scariolo – lo lleva el cargo - y me felicito que eso suceda. Ese es el éxito de una selección que lleva años enganchando a la gente que no siempre es del baloncesto pero sí es del baloncesto de la Selección. Algunos puristas lamentan que “todos” se suban al carro mediático de manera oportunista – en lo positivo y en lo negativo - y sin embargo los que llevamos años intentando conseguir más atención nos felicitamos que así sea.

Cuando todo el mundo habla de algo es porque interesa, porque hace sentir, porque ilusiona tanto que, en consecuencia, decepciona aún más en la derrota. Nos acostumbramos – nos acostumbraron - a ganar de manera repetida, insistente, insólita en un escenario deportivo de igualdad y alternancia de éxitos. Ahora toca saber convivir con la derrota, con la tristeza, con las opiniones de todos y la mejor manera de conseguirlo sería, seguramente, finalizando el Mundial ganando. Volviendo a casa con el orgullo de haber competido al máximo en todos y cada uno de los partidos y mostrando tanta humildad para luchar por el oro como ambición para conseguir acabar bien. Porque el proyecto sigue siendo tan ilusionante como siempre aunque obviamente todos vayamos a sentir un pequeño – gran vacío este fin de semana. Por delante tenemos unas citas suficientemente estimulantes como para mirar al futuro con la motivación intacta.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Serbia nos aparta de las medallas

Un triple desde nueve metros de Teodosic nos condenó a una cruel derrota. España no podrá revalidar el título de Campeón del Mundo y tras cuatro años consecutivos consiguiendo medallas esta vez volverá a casa sin metal. La Selección luchará por el quinto puesto.


Restaban 26 segundos para el final y Serbia atacó con empate a 89 tras un partido impresionante, extraordinario. España había vivido a remolque en el marcador teniendo como principal virtud la resistencia a un descomunal acierto ofensivo del rival. Pero cuando se acababa la posesión Teodisic, un gran jugador, anotó desde nueve metros una canasta descomunal que nos apartaba definitivamente de las medallas. Fue un partido durísimo frente a una Serbia que vuelve a ser una selección de altísimo nivel. España jugó al límite pero no encontró soluciones ni en ataque ni en defensa

Los problemas aparecieron desde el primer momento con una Serbia extraordinaria en ataque, anotando todo lo que tiraba, ya fuera desde 6,25 o desde dentro de la pintura. La defensa española era insuficiente, era una manta corta en la que cuando se tapaba una parte del ataque rival, la amenaza llegaba desde la otra. Serbia demostraba su talento natural, su facilidad para crear juego tanto en las situaciones de dos contra dos como en las finalizaciones. El contrario no perdonaba un sólo tiro liberado y entre Bjelica y Velickovic conseguían que el luminoso señalara un alarmante para España 23-13. Y ahí surgió el capitán sacando los galones. Navarro se echó el equipo a la espalda ante el desacierto de sus compañeros y con una serie de canastas – 13 puntos en el primero cuarto – evitó males mayores. El 27-23 del marcador evidenciaba los problemas defensivos de una Selección incapaz en ese primer cuarto de frenar el eficaz ataque Serbio.

En el segundo cuarto y ya con todos los titulares de ambos equipos descansando en el banquillo el partido cambió, durante algunos minutos, de guión. Las defensas empezaban a imponerse aunque la causa principal cabría encontrarla también en las características ofensivas de los jugadores en pista. La defensa zonal Serbia invitaba a tirar colapsando el juego interior español y en ese escenario Fran Vázquez mostraba su capacidad de intimidación taponando y reboteando con solvencia mientras Llull dotaba de mayor intensidad a la primera línea defensiva. Con 37-30 en el marcador Scariolo devolvía a la pista a los jugadores que habían salido de inicio aunque esta vez los serbios ya esperaban a Navarro para impedirle de todas las formas posibles que recuperase la inspiración. Krstic cerca del aro y Teodosic en el perímetro dañaban la defensa española que seguía sin poder cerrar las vías de agua encajando 49 puntos – muchos, demasiados para aspirar a victoria – en los primeros veinte minutos. 49-41, prácticamente los veinte minutos por debajo en el marcador y por lo tanto con el reto del “más difícil todavía”.

Paciencia e intensidad debían conjugarse, teóricamente, para la remontada y sin embargo en apenas dos minutos un parcial de 0-10 situó a España por delante en el marcador (49-50) consiguiendo dar un giro radical al partido. Rudy aparecía por fin en esa labor en la que se multiplica en todas las facetas del juego. La defensa de la Selección se intensificaba y los serbios ya no vivían con la inspiración de la primera parte. El partido entraba en una fase tensa, de un juego mucho más denso, más duro. En juego estaba nada menos que entrar en las medallas. El marcador ahora ya se alternaba con ventajas mínimas a favor de unos y otros llegando así al final del tercer cuarto con incertidumbre, con dramatismo porque a España le faltaba acierto en los triples para conseguir voltear definitivamente el partido. 66-63 para Serbia y el último cuarto por jugar.

Una defensa zonal consiguió por momento frenar la racha serbia. Los problemas aumentaban en la medida que el rival seguía inspirado en ataque solucionando con triples atasco en el juego interior y por el contrario España no conseguía inspiración necesaria para conseguir situarse por delante. España resistía por detrás en el marcador, teniendo como principal virtud esa constancia en el esfuerzo, ese creer que era posible, sin bajar los brazos pese a ver como Serbia se distancia ocho puntos. 1,38 para el final Serbia ganaba por cinco puntos y un triplazo de Navarro devolvía la esperanza – 89-87 a menos de un minuto para el final-. España recuperaba el balón y Navarro asistía a Marc Gasol para el empate a 89. 26 segundos para el final, balón de Serbia, máxima expectación tras un partido maravilloso, impresionante. Teodisic anotaba un triple asesino desde nueve metros que nos condenaba.