El club del entrenador

Leo entre los gurús de la economía la necesidad de apelar a valores tales como la inteligencia emocional para reflotar empresas e incluso países. Se avecinan tiempos donde la sensibilidad y la generosidad, donde los referentes junto al ingenio y al esfuerzo volverán a ser fundamentales para avanzar de manera coherente. Ha hecho falta quizás tocar fondo para darse cuenta que vivir del resultado inmediato puede provocar grandes problemas futuros. Que vivir pensando tan sólo en cuestiones materiales olvidando valores más profundos del ser humano acaba condenando al fracaso. No son los filósofos del presente (¿existen?) quienes hacen esa declaración sino los propios economistas…

Creo que uno de los grandes secretos para que el baloncesto siga su línea de crecimiento está en profundizar allá donde nace la ilusión. Hace años que las Federaciones (española y autonómicas) cultivan la sensibilidad para valorar el trabajo de los anónimos. Lo sé porque he participado en reuniones de entrenadores que no salen por la tele, de fisios, de preparadores físicos, de médicos, de jefes de prensa que alternan su actividad deportiva con otras profesionales. He asistido a concentraciones de jóvenes valores, de jugadores o jugadoras de nivel EBA o Liga Femenina y LF2. Miles de impulsores anónimos de nuestro baloncesto a lo que les mueve fundamentalmente la vocación, la ilusión.

Y a todo esto nace el Club del Entrenador Gallego, la primera de las muchas federaciones autonómicas que se sumarán a esta iniciativa. Y el fin de este proyecto no es otro que el de ayudar a aprender. Que el de utilizar herramientas tangibles e intangibles, materiales y profundas para contribuir a que los entrenadores gallegos sean todavía mejores de lo que lo son. Para que en los clubes, conocidos y menos conocidos, se trabaje mejor con los jóvenes que han elegido nuestro deporte. Oigo al presidente Sáez especialmente ilusionado con esta iniciativa. Al Director Deportivo Ángel Palmi moviendo todo ese engranaje de colaboradores para que no falte apoyo alguno a los técnicos gallegos. Oigo al presidente de la gallega Francisco Martín motivado, esperanzado. Oigo Vicente Rodríguez, a Moncho Monsalve, Diego Ocampo, a Moncho López y en todos ellos hay un discurso profundo y generoso. Hay el componente de solidaridad y sensibilidad necesario para que el baloncesto se mueva allá donde nace.
Los gurús de la economía se han dado cuenta ahora de algo que nuestra gente del baloncesto conoce desde hace décadas…