Sobre los jóvenes talentos

Estoy realizando un estudio sobre los jugadores jóvenes de nuestro baloncesto profesional, entendiendo por profesional ACB y las tres LEBs y jóvenes aquellos con edades comprendidas entre los 18 y 22 años, con el fin de saber cuántos hay, algo poco complejo, y, lo más importante, qué necesidades tienen para seguir su progresión. Soy un convencido, últimamente incluso obsesivo, de que muchos de estos jugadores recién salidos de juniors se “estropean” considerablemente en sus primeras experiencias seniors. Que podrían llegar en más número a la élite de estar mejor asesorados, mejor formados personal y deportivamente y, sobretodo, acertando más en su primer destino profesional.
Creo que los que nos interesa este deporte deberíamos sensibilizarnos especialmente con estos jugadores que se han pasado años oyendo del entorno que llegarían a ser estrellas y que de pronto aterrizan en un “mundo laboral” muy lejano al soñado. Hablo con diferentes entrenadores y me sorprenden en sus análisis priorizando aspectos relativos a la formación personal o intelectual del jugador más allá de lo meramente deportivo. “Si es que ya sé que son buenos, que tienen talento, que poseen condiciones físicas y técnicas para llegar. El problema es su formación personal, sus valores, su nivel de esfuerzo”, me comenta un entrenador experto. No es una excepción porque otros con los que hablo también aluden a esos aspectos que poco tienen que ver con el tiro, el rebote o la defensa.
Voy a seguir trabajando en este estudio y espero hacerlo público en breve porque me da la sensación que todavía tenemos que dar con alguna tecla no detectada para mejorar la producción de talentos. Eso sí, me quedo con una frase de Sito Alonso, un técnico que no es dudoso a la hora de trabajar y apostar con jóvenes, en la que afirmaba que “normalmente, los jugadores que ejercitan la mente más allá del baloncesto suelen rendir más deportivamente”.