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miércoles, 2 de diciembre de 2009

Fernando Martín (Desde Barcelona)

Decía recientemente Clifford Luyk que para mirar al futuro debemos reconocer nuestros orígenes. Los pivots del presente y del futuro deben saber quien era Fernando Martín. Deben ver sus duelos con Audie Norris.

http://www.youtube.com/watch?v=6WRqOtNXef8

http://www.youtube.com/watch?v=nhnJdyZ3o3Y&feature=related


Todavía hoy siento un escalofrío cuando recuerdo el impacto recibido a través de la radio esa fría tarde de domingo. Me vienen a la mente las imágenes de aficionados del Palau Blaugrana echándose las manos a la cabeza al conocer por megafonía la noticia del mortal accidente de Fernando Martín. Siento ese helado silencio que se apoderó del pabellón del Barcelona, de los rostros perdidos de Sibilio, Epi, Solozabal, en la pista, obligados a jugar un partido sin sentido. Han pasado dos décadas y mi memoria, que por el camino ha perdido tantas imágenes, conserva intacta todas aquellas y las que en los siguientes días nos llegaban a través de la televisión o de la prensa.

Insisto en que la muerte prematura mitifica pero creo sinceramente que Fernando Martín se hubiese convertido igualmente en un mito del baloncesto aunque hoy siguiese entre nosotros. Viví su trayectoria deportiva desde la distancia, desde Barcelona, desde una óptica que convertía a Fernando Martín en un tipo orgulloso, capaz de desafiar a todos, capaz de volver en contra todo un Palau Blaugrana y pegarse literalmente con el ídolo local, Audie Norris, en unos enfrentamientos tan extraordinarios que ni los árbitros querían impedir. Siempre consideré a FM como un tipo moderno, avanzado a su tiempo.

Vale la pena recuperar imágenes de los enfrenamientos de la década de los ochenta entre el Real Madrid y el Barcelona, entre Fernando Martín y Audie Norris y recrearse viendo como luchaban por ganar la posición en el poste bajo. Vale la pena ver la honestidad de dos estrellas en un pulso físico nunca visto antes… ni después. Ellos luchaban hasta el límite de lo legal e incluso cruzaban esa línea de lo permitido pero tan bella y noble era la pelea que los árbitros no sabían o quizás no querían impedirla.

Y al final de la batalla, cuando todo había acabado, cuando el marcador había dado alegría para uno y desencanto para el otro, Martín y Norris se fundían en un abrazo de respeto, cruzaban con su mirada un guiño de complicidad y se citaban para la próxima ocasión. Esa gélida tarde de domingo, Norris, los aficionados, el baloncesto, se quedó sin la próxima ocasión. Decía recientemente Clifford Luyk que para mirar al futuro debemos reconocer nuestros orígenes. Los pivots del presente y del futuro deben saber quien era Fernando Martín. Deben ver esas imágenes.

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