Antes de ofrecer mi opinión sobre el desarrollo de la Copa Príncipe quisiera desde estas líneas felicitar al Melilla Baloncesto, presidente, directiva, entrenadores, jugadores y, especialmente a Manu Gavilá, jefe de prensa del club que se ha volcado, siempre lo hace, para que los que nos desplazamos a su ciudad estuviéramos atendidos en todo momento….
Felicitarlos por la manera en que afrontaron la final con esa dosis de ambición deportiva, de ilusión añadida que además de dotar de fuerza consigue trasmitirse al entorno. Ese mensaje de celebrar un título, de “sentirse ganadores”, caló pronto entre una afición, una ciudad, que empezó a “jugar” la final una semana antes del salto inicial.
El ambiente que vivió el domingo 31 de enero en el Pabellón Javier Imbroda fue una de las demostraciones de unión y deseo más importantes que he vivido en mis más de veinticinco años de baloncesto. En la grada se creó una atmósfera especial, mágica. Un caudal de sentimientos proyectado hacia la pista contagiando a los jugadores e impidiendo que nada ni nadie pudiese variar un destino dirigido hacia la victoria local.
Nuevamente el factor ilusión como herramienta imprescindible para afrontar retos. Melilla tiene una buena estructura dentro del club, tanto en el área organizativa, deportiva y de comunicación. Tiene además la implicación de la ciudad, de sus instituciones, de su gente. Todo ello, sin embargo, no sería suficiente sin esa ilusión que al final consigue esos intangibles decisivos. Porque mirando a los ojos de los jugadores, en ellos se descubría un brillo especial a la hora de afrontar el reto.
El protagonismo de una final siempre se lo lleva el campeón pero en este caso hay que detenerse en el proyecto Menorca, analizarlo y valorarlo. Extraordinaria labor de Kiko Martín, mucho más del director de comunicación del club, un profesional imprescindible para transmitir permanentemente lo que significa la competición, para contagiar esa ilusión necesaria para participar en ella. Cinco mil aficionados llenan el pabellón en Menorca cada fin de semana y apoyan al equipo incondicionalmente en una demostración de “inteligencia deportiva” que debe servir como ejemplo. Porque el destino puede llevarte a estar en Adecco o en ACB pero en ambos casos el destino te mantiene en el baloncesto. En el baloncesto del bueno y entenderlo así, con humildad y a la vez ambición deportiva, consigue fidelizar a los aficionados y que los retos, por encima incluso de intereses económicos, sean fundamentalmente deportivos.
La Adecco Oro es una joya de nuestro baloncesto. Tiene un valor incalculable porque llega muy lejos, muy profundo. Abraza muchos entrenadores y jugadores de alto nivel que tienen ahí una privilegiada oportunidad para desarrollar sus carreras profesionales, sus carreras deportivas. Llega a muchas ciudades que encuentran en ese escenario el lugar ideal para, en proyectos más asumibles y, sobretodo, más reales, disfrutar de un baloncesto de alto nivel. Y por encima de todo ello, alcanza algo que sólo conocemos los que amamos el baloncesto. Los que sentimos el baloncesto. Llega hasta el corazón de nuestro deporte y eso es lo que la convierte, por encima de rankings europeos, en una competición especial, extraordinaria.
Felicitarlos por la manera en que afrontaron la final con esa dosis de ambición deportiva, de ilusión añadida que además de dotar de fuerza consigue trasmitirse al entorno. Ese mensaje de celebrar un título, de “sentirse ganadores”, caló pronto entre una afición, una ciudad, que empezó a “jugar” la final una semana antes del salto inicial.
El ambiente que vivió el domingo 31 de enero en el Pabellón Javier Imbroda fue una de las demostraciones de unión y deseo más importantes que he vivido en mis más de veinticinco años de baloncesto. En la grada se creó una atmósfera especial, mágica. Un caudal de sentimientos proyectado hacia la pista contagiando a los jugadores e impidiendo que nada ni nadie pudiese variar un destino dirigido hacia la victoria local.
Nuevamente el factor ilusión como herramienta imprescindible para afrontar retos. Melilla tiene una buena estructura dentro del club, tanto en el área organizativa, deportiva y de comunicación. Tiene además la implicación de la ciudad, de sus instituciones, de su gente. Todo ello, sin embargo, no sería suficiente sin esa ilusión que al final consigue esos intangibles decisivos. Porque mirando a los ojos de los jugadores, en ellos se descubría un brillo especial a la hora de afrontar el reto.
El protagonismo de una final siempre se lo lleva el campeón pero en este caso hay que detenerse en el proyecto Menorca, analizarlo y valorarlo. Extraordinaria labor de Kiko Martín, mucho más del director de comunicación del club, un profesional imprescindible para transmitir permanentemente lo que significa la competición, para contagiar esa ilusión necesaria para participar en ella. Cinco mil aficionados llenan el pabellón en Menorca cada fin de semana y apoyan al equipo incondicionalmente en una demostración de “inteligencia deportiva” que debe servir como ejemplo. Porque el destino puede llevarte a estar en Adecco o en ACB pero en ambos casos el destino te mantiene en el baloncesto. En el baloncesto del bueno y entenderlo así, con humildad y a la vez ambición deportiva, consigue fidelizar a los aficionados y que los retos, por encima incluso de intereses económicos, sean fundamentalmente deportivos.
La Adecco Oro es una joya de nuestro baloncesto. Tiene un valor incalculable porque llega muy lejos, muy profundo. Abraza muchos entrenadores y jugadores de alto nivel que tienen ahí una privilegiada oportunidad para desarrollar sus carreras profesionales, sus carreras deportivas. Llega a muchas ciudades que encuentran en ese escenario el lugar ideal para, en proyectos más asumibles y, sobretodo, más reales, disfrutar de un baloncesto de alto nivel. Y por encima de todo ello, alcanza algo que sólo conocemos los que amamos el baloncesto. Los que sentimos el baloncesto. Llega hasta el corazón de nuestro deporte y eso es lo que la convierte, por encima de rankings europeos, en una competición especial, extraordinaria.
"El vestuario de la ilusión"
3 comentarios:
El Servindustria Tarragona también juega esta jornada, contra el Cáceres 2016. Lo digo para que lo adjunte usted en su crónica de la jornada FEB.
En fin, saludos.
Estoy de acuerdo Miguel. Pero en vez de tantos fuegos artificiales, preguntale a tu FEb por qué prohibió que Televisión Melilla grabara con 7 camaras HD el partido para hacer un largometraje "historia de una copa". preguntale a los román y a los castellón a qué coño se dedican, cuando la grabación era gratis, y si quieres más información llama al director de Television Melilla, porque te vas a echar las manos a la cabeza, porque aquí en Melilla no paran de reirse de la FEB y sus tonterias.
Por cierto, son los mismos q le hicieron al Melilla Baloncesto el video de motivacion de los jugadores, fue el director de TVM quien montó y editó ese video que viste en el vestuario, mientras los de la FEB perseguian a dicha persona por la pista del pabellón. Para que veas cual es la "joya" que defienden estos federativos de la prohibición y la persecución a televisiones que sí trabajan por el baloncesto y además gratis, no como los federativos.
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