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viernes, 3 de abril de 2009

El efecto Navarro


Que en el baloncesto el componente psicológico es muchas veces determinante quedó demostrado nuevamente el pasado jueves en el cuarto partido del Playoff de Euroliga entre Tau y Barcelona. Según mi opinión, la presencia de Navarro varió los estados de ánimo de unos y otros antes incluso del salto inicial. Transmitió tanta seguridad a los suyos como temor al adversario y sólo faltaron tres canastones de los suyos tras el descanso para que el partido quedara finiquitado mucho antes del final. Creo que además del aspecto circunstancial, el propio Barcelona y su entrenador gestionaron bien “el efecto Navarro” presentándolo en el cinco inicial, como la gran amenaza para el rival y a la vez como la gran esperanza al propio equipo.

Me viene a la cabeza la final del Mundial de Japón. La selección española estaba lanzada a por el oro y de pronto se lesionó Pau Gasol en semifinales segundos antes de que todos celebráramos el paso a la final. En ese caso hubo una extraordinaria reacción del propio equipo y su entorno gestionando perfectamente el contratiempo para derivarlo en un argumento de motivación extra para la victoria final. En ese caso la ausencia de la estrella provocó que resto de jugadores que conjuraran para ser mejores… todavía. Y, como en el ejemplo anterior, no sólo ganaron, arrasaron. Hubo capacidad para convertir, en pocos minutos, la prepcupación en renovado argumento para conseguir el éxito.

Hay teclas ocultas en los equipos que deben conocerse porque muchas veces esconden los secretos de muchas de las reacciones de los jugadores. Los misterios del cerebro sorprenden incluso a los expertos en psicología y, sin embargo, a partir de un nivel general tan alto física como tácticamente, se convierten cada vez más en determinantes. Pienso que en un club o una selección TODOS deben saber emitir el mensaje adecuado.

El deporte de alto nivel está llegando a su máximo rendimiento en muchos aspectos y muchas veces los detalles, los estados de ánimo, las decisiones basadas más en aspectos psicológicos, marcan la diferencia. Gestionar acertadamente los “factores externos” siempre ha sido una de las claves del éxito, uno de los activos de los mejores entrenadores. Derivar un problema en un refuerzo positivo para la moral del equipo es una de las herramientas que todo entrenador debería ser capaz de saber gestionar.

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