Pese a que hace ya muchos años que voy no me apetece todavía estar de vuelta. No me apetece perder el punto de ilusión – ingenuidad según me dijo el otro día un buen amigo – que considero necesario para seguir caminando por el baloncesto.
He presenciado el Congreso Adecco LEB celebrado recientemente en Madrid y que ha reunido a gran parte de la representación del baloncesto nacional e internacional. Durante dos días se ha expuesto y debatido sobre el presente y futuro de las competiciones y otros temas de interés. Y eso de debatir creo que es un sano ejercicio cuando existe voluntad de intercambiar opiniones más que de imponer las propias.
Mientras oía a unos y otros pensaba que el baloncesto necesita, más que nunca, potenciar a gente que lo quiera. A gente que lo sienta, que lo entienda, que lo haya vivido de pequeño y que lo viva ahora, que lo lleve metido dentro. Necesita de líderes con capacidad para levantar la vista y contemplarlo globalmente. Necesita de análisis generales, de proyectos comunes mucho más que de viajes individuales. Porque por encima del destino final y diverso de los jugadores o entrenadores, el origen es el mismo.
El baloncesto, desde la élite máxima hasta la base más humilde debe retroalimentarse. El baloncesto debe beneficiarse de los que han tenido la suerte de volar más alto para así crecer aún más desde las ciudades, grandes y pequeñas, desde los colegios, desde los clubes más modestos. Se han de emprender proyectos donde todos los que aman este deporte se impliquen, desde las instituciones públicas, patrocinadores, escuelas. Los clubes deben contemplar la realidad de nuestro deporte con inteligencia, creando proyectos deportivos adecuados a sus posibilidades, ilusionando al entorno, creando el espacio para los jóvenes jugadores locales que lo merezcan.
No me apetece estar de vuelta y adoptar posturas escépticas, todavía no. Me apetece seguir creyendo.
lunes, 20 de abril de 2009
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