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domingo, 8 de febrero de 2009

¿Cómo es el Curso de Entrenador Superior?

Llegan estas fechas en las que la nostalgia suele traicionarme y me lleva unos cuantos años atrás cuando tomé la decisión de inscribirme en el Curso de Entrenador Superior, una de las mejores y más valiosas experiencias que he vivido dentro del baloncesto.

Si alguien quiere ser entrenador de baloncesto tiene varias y diferentes razones para hacer el Curso de Entrenador Superior. Una, absolutamente práctica, como es la de obtener un título que te permitirá entrenar en cualquier categoría de ámbito nacional. Pero a ese objetivo por el cual muchos invierten tiempo y dinero se unen otras razones de tanto o más valor que en la mayoría de los casos se descubren una vez ya estás embarcado en ese viaje alucinante.

La inmersión en conocimientos que realiza el alumno es enriquecedora. El nivel y experiencia del profesorado, altísimo, los medios y metodología de la enseñanza, perfectamente estructurada. Doy fe del cariño, de la dedicación y profesionalidad de todos y cada uno de los responsables de los contenidos. Pero a estas dos razones expuestas anteriormente se une otra de todavía más valor: la convivencia entre auténticos enamorados del baloncesto.

Recuerdo como algo especial las clases maestras de Ricard Casas, de Paco García, de Michel Pérez Niz, de Moncho Monsalve o de Mario Pesquera… entre muchos más. Tengo presentes materias que me han ayudado posteriormente en mi modesto ejercicio de entrenador. Pero, fundamentalmente, guardo un especial recuerdo de mis compañeros y compañeras de promoción, de Borja Comenge compartiendo sus conocimientos de preparación física, de Joan Creus convertido en uno más de los ciento sesenta alumnos de ese curso, de mi inolvidable amigo Richi sufriendo como un condenado la víspera del examen definitivo, de Antonio Osuna dando el toque sereno a la tensión que aumentaba, de Jordi Ardevol aplicando su fina ironía, de Mauro aplicando su toque de psicología o incluso de los estelares Pablo Laso y Alberto Angulo trabajando en equipo con la misma vocación preocupación que el resto.

Voy escribiendo nombres y me van saliendo un sinfín que dejo de escribirlos no porque los haya olvidado sino porque la lista se haría interminable. Y mientras los recuerdo toma más fuerza la razón fundamental porque la que ese curso tiene un valor incalculable. La química que se crea durante los quince días de baloncesto en la residencia y en el aula, el chute de ilusión es tan fuerte que seguramente te acompañará el resto de tu etapa como entrenador/a.

Hablo con diferentes entrenadores superiores, conocidos y anónimos y todos coinciden en afirmar que esa experiencia ha quedado guardada de forma permanente en sus memorias. Todos empiezan a relatar respectivas anécdotas, recuerdos imborrables, clases memorables. Todos los que lo hemos hecho afirmamos que el enriquecimiento en conocimientos llega sin duda por lo que transmiten los profesores pero, sobretodo, por los improvisados debates de madrugada entre los compañeros y compañeras. Que suerte tenéis los futuros alumnos. Disfrutarlo.

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