Sí, comparto la sensación de acabar de ver el mejor partido de la historia. Siento como si la explosión vivida por nuestro baloncesto en los últimos años quedara representada en estos cuarenta minutos inolvidables. Un proyecto basado en el trabajo, en el talento, el carácter, la ambición, el descaro ha quedado plasmado en una final de ensueño... (en este blog el 24 de agosto de 2008)
Consulto a diferentes personas vinculadas al baloncesto sobre cuál ha sido el momento más importante del año, relacionado con nuestro deporte, y la unanimidad es absoluta al identificarlo con la Final Olímpica. Y sí, desde el mismo momento en que finalizó ese partido con Estados Unidos me puse a escribir en este Blog que estábamos ante el mejor partido de la historia. Han pasado unos meses y sigo convencido, más que nunca, con el hecho de que esas dos horas de baloncesto fueron las más importantes, no del año, sino en la historia de nuestro baloncesto porque en ellas quedaron representados todos los valores colectivos e individuales, del pasado, del presente y del futuro, que nos han llevado a convivir de manera cotidiana con el éxito.
Del 2008 me quedo con ese partido y creo que sería un precioso regalo de Navidad para todos los amantes al baloncesto y al deporte en general revivirlo y disfrutar de todas y cada de las acciones que nos hicieron levantar del sofá en esa inolvidable mañana de domingo. Y puestos a dar una vuelta de tuerca a nuestra memoria coincido con mi compañero en Gigantes, Nacho Doria, en centrar ese simbólico momento en el mate de Rudy Fernández ante Howard, una acción que dio la vuelta al mundo y plasmó el “salto” de nuestro baloncesto a lo más alto, al máximo nivel, junto a la estrellas universales.
Reconocido el mejor momento para el baloncesto en general, cada uno de nosotros, entrenadores o jugadores, tenemos “nuestro momento” baloncestístico del año. Ese partido de “tu equipo”, esa actuación personal, ese detalle que ha quedado clavado en tu memoria. Porque los que dedicamos parte de nuestro tiempo al baloncesto anónimo o semianónimo sabemos de lo importante que son esos sentimientos íntimos, intrascendentes para la gente pero fundamentales para quien los vive. Eso sí, recuerdo que ese salto de Rudy, esa actuación de nuestro baloncesto ante Estados Unidos, nos cargó de ilusión para afrontar cada una de nuestras respectivas temporadas.
Feliz Navidad a todos!
Del 2008 me quedo con ese partido y creo que sería un precioso regalo de Navidad para todos los amantes al baloncesto y al deporte en general revivirlo y disfrutar de todas y cada de las acciones que nos hicieron levantar del sofá en esa inolvidable mañana de domingo. Y puestos a dar una vuelta de tuerca a nuestra memoria coincido con mi compañero en Gigantes, Nacho Doria, en centrar ese simbólico momento en el mate de Rudy Fernández ante Howard, una acción que dio la vuelta al mundo y plasmó el “salto” de nuestro baloncesto a lo más alto, al máximo nivel, junto a la estrellas universales.
Reconocido el mejor momento para el baloncesto en general, cada uno de nosotros, entrenadores o jugadores, tenemos “nuestro momento” baloncestístico del año. Ese partido de “tu equipo”, esa actuación personal, ese detalle que ha quedado clavado en tu memoria. Porque los que dedicamos parte de nuestro tiempo al baloncesto anónimo o semianónimo sabemos de lo importante que son esos sentimientos íntimos, intrascendentes para la gente pero fundamentales para quien los vive. Eso sí, recuerdo que ese salto de Rudy, esa actuación de nuestro baloncesto ante Estados Unidos, nos cargó de ilusión para afrontar cada una de nuestras respectivas temporadas.
Feliz Navidad a todos!