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martes, 26 de mayo de 2009

Transmitir ilusión



Leo unas declaraciones de Patrick Bauman en las que afirma que la candidatura de España para la organización del Mundial 2014 “ha transmitido más ilusión”. Ah!, nuevamente el factor ilusión como elemento diferencial. Nuevamente esos detalles, esas ideas que nacen de la ilusión y que en la mayoría de los casos van más relacionados con el valor que con el precio. Nuevamente el éxito llega a nuestro baloncesto acompañado de algo más que del resultado. Igual que las medallas llegaron envueltas en mil valores que posteriormente han servido de referente para muchos, el nuevo y apasionante reto de concentrar emociones a través nada menos que de un Mundial llega con la palabra ILUSIÓN escrita en mayúsculas. Felicidades.

Estoy metido de lleno en las Finales a Cuatro de Fuenlabrada, otra concentración de emociones. Estoy en contacto con los clubes implicados, con algunos de sus directivos, presidentes, entrenadores o periodistas locales y, nuevamente, el factor ilusión se convierte en el elemento clave, en el factor diferencial entre unos y otros. Me comentan unos que viajarán más aficionados que nunca, otros que ya se organizan para montar la mareas, otros más donde están implicando desde el primero al último de sus habitantes. Claro que para unos será más fácil que para otros, que si las distancias, que si las características de la ciudad o la idiosincrasia del club. Claro que hay diferentes planteamientos y realidades según uno u otro pero a la hora de afrontar una cita de este nivel, donde no hay un solo jugador o entrenador, de LEB Oro, Plata o Bronce que no esté hipermotivado para afrontarla, los responsables de los clubes tienen la obligación de saber transmitir ilusión.

El pabellón Fernando Martín tendrá más o menos gente en las gradas en función de quien juegue pero lo de lo que sí estoy seguro, y los que estuvimos en Cáceres lo pudimos pulsar allí, es que los que estén, pocos o muchos, transmitirán esa ilusión fundamental para convertir ese fin de semana, en otra fiesta para nuestro baloncesto.

lunes, 18 de mayo de 2009

De Cáceres a Fuenlabrada



Ha pasado un año desde que se disputase las primeras Finales a Cuatro de las competiciones Adecco LEB concentradas en un solo pabellón. Todos los que estuvimos presentes la pasada temporada en Cáceres recordamos ese fin de semana como una auténtica fiesta repleta de emociones. Recuerdo a nuestra estrella Calderón disfrutando como un aficionado más, junto a sus paisanos, declarando que para todos los que participaban en esas finales ganarlas tenían “tanto valor como un anillo NBA”.

En esta ocasión será Fuenlabrada la sede de esa concentración de emociones. Ahí llegarán jugadores y entrenadores procedentes de todo nuestro baloncesto, del de élite o del anónimo. Allí llegarán aficionados, en mayor o menor cantidad, pero con la misma ilusión que los que acompañan a equipos más mediáticos. Fuenlabrada reunirá baloncesto de todos los niveles, aspiraciones individuales, ambiciones colectivas, sueños de clubes por dar un paso más en su escalada hacia la élite. Allí los de LEB Oro buscarán dar el salto a las estrellas de la ACB, los de Plata vestirse de Oro y los de Bronce seguir la escalada hacia lo más alto.

Para cualquier deportista “su” liga es la más importante de la tierra. Para cualquier aficionado “su” equipo es que realmente le importa. Para los directivos y presidentes ver triunfar al club modesto que empujan desde los despachos es recuperar algo de los esfuerzos desinteresados entregados durante años. Para el periodista local transmitir la canasta de la victoria del equipo de la ciudad tiene tanto valor como cantar el gol de Iniesta. Y hay mucho más baloncesto humilde y anónimo que el que se vivirá en Fuenlabrada. Muchísimo más repartido por todas las autonomías en todas sus competiciones, categorías, divisiones. Es la base que alimenta nuestro deporte, el motor que hace que esa maravillosa maquinaria no se detenga.

Están las finales de la NBA, las de la Euroliga, las de la ACB, las de los campeonatos de selecciones… Están las Finales a Cuatro de las LEBs, de las Ligas Femeninas, las competiciones autonómicas, de los campeonatos juniors, cadetes… ¿Cuáles son las más importantes para ti? Seguramente aquella en la que estés más implicado. Disfrutemos de Fuenlabrada tanto como lo hicimos hace un año en Cáceres. Suerte a todos.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Saber "jugar mal"



Siempre he tenido la sensación que los entrenadores de alto nivel son aquellos capaces de conseguir salvar con éxito partidos grises. Aquellos que consiguen que sus equipos sobrevivan en el desacierto esperando la oportunidad para amarrar la victoria en el momento preciso. Tras presenciar in situ o en la distancia bastantes partidos de equipos dirigidos por Obradovic o Messina muchas veces me he quedado con la sensación de que habían conseguido el triunfo gracias a saber resistir durante minutos críticos para jugar adecuadamente los momentos claves del partido.

Está claro que los dos finalistas de la Euroliga, que entre los dos suman once títulos por cierto, tienen a sus respectivos equipos, los actuales y todos los que entrenaron anteriormente, absolutamente atados. Pocos jugadores se salen del guión establecido previamente y al que se le ocurre hacerlo o lo acompaña de acierto o visita inmediatamente el banquillo. Y eso no sucede sólo en las grandes finales sino que esos equipos se acostumbran a jugar, incluso a entrenar, siempre con la misma presión por mantener el control. Se acostumbran “a saber jugar mal” – entendiendo por jugar mal no estar especialmente acertados - conscientes de que a lo largo de la temporada se producirán bastantes partidos de esas características y, es muy probable, que uno de esos partidos “malos” coincida con una semifinal o final.

David Andersen, el mejor jugador azulgrana en la semifinal ante el CSKA, quizás el único que mejoró su nivel habitual en el momento cumbre de la temporada, confesaba semanas atrás que la principal característica de Messina era presionar al jugador desde el primer minuto de la pretemporada hasta el último del partido final. Que uno, mentalmente, al final se acostumbraba a jugar siempre con tanta exigencia que no diferenciaba un partido intrascendente de uno decisivo. Los jugadores entrenados por Obradovic, aún con matices, coinciden en esa valoración y, recordando el paso de Pesic por el Barcelona, en la única temporada que los azulgranas conquistaron la Euroliga, todos sin excepción acabaron exhaustos por la continua exigencia, hasta límites insoportables, de su entrenador.

No coincido en restar méritos a esos entrenadores amparándose en que cada vez que han conseguido ganar finales tenían en sus plantillas a los mejores jugadores porque ni siempre ha sido así ni el hecho de tener las mejores individualidades garantiza en el deporte moderno tener el mejor equipo. Tampoco quiero entrar en el debate sobre cuestiones estéticas ya que eso seguramente será muy subjetivo. Contra gustos, colores. Lo que sí es un hecho es que los dos entrenadores europeos más laureados en los últimos años tienen en común esa capacidad para conseguir que sus equipos sepan competir mejor, sepan sobrevivir en los momentos críticos, sepan superar los peores minutos y tengan la virtud de llegar vivos y mentalmente fuertes a los instantes decisivos.
Miguel Panadés (Publicado en Gigantes del Basket)